dio una palmada en el hombro a cada uno, y los dejó seguir. Ellos apenas lo advirtieron, pues continuaban abismados en las cuentas de la boda. La gente se dispersaba hacia la plaza en el mismo sentido que ellos. Era una multitud apretada, pero EscolásticaCisneroscreyóobservarquelosdosamigos caminaban en el centro sin dificultad, dentro de un círculo vacío, porque la gente sabía que Santiago Nasar iba a morir, y no se atrevían a tocarlo. También