en la solapa la preciada chapita de esmalte azul acreditativa de haber cumplido su Servicio Social. Y una vez convertida en «señora de», ya estaba eximida de todo lo que no fuera aguantar a ese marido. Con lo cual quedademostradoqueeraunacienciaquesóloseaprendíade verdad metiendose a ejercitarla. Pero aquellas esforzadas monitoras, muchas de las cuales no se casaron nunca, creían de buena fe que todas sus enseñanzas estaban contribuyendo a formar la esposa