de consumo. La verdad es que las mujeres tardaron aún muchos años en crearse la necesidad perentoria de ir a la peluquería, y en los años cuarenta se mantenía el oficio de la peinadora que venía a las casas, y a quien no habían hecho falta cursillos profesionales paraaprendereloficio.ConsueloGonzález,unabellamuchacha madrileña del distrito de La Latina, manifestaba en 1947 que aprendió sola la profesión, porque de niña tenía el pelo largo y le gustaba hacerse peinados, pero que no había pensado ganarse