las personas de su edad. Rara era la familia donde no hubiera algún caso de conocidos o parientes que viajaban periódicamente a un sanatorio antituberculoso. Lo hacían para llevarle embutido y algunos libros a un joven pálido y triste, que muchas veces aprovechabaaquellaetapadereposoforzadoparaescribirpoemas dedicados a una novia imposible. Las sospechas de tuberculosis suponían un grave impedimento para el amor. Cabe una explicación incluso heroica: la de que ese muchacho, probablemente tuberculoso, no