primera, y en ese período más o menos breve hasta la aceptación, donde se ponía a prueba el interés de él y se le forzaba a la insisten es cuando realmente una muchacha vivía algo parecido a una aventura. Lo difícil era trocar luego el noviazgo en aventura, hacerescapardelarutinaunasrelacionesformalesque, una vez establecidas como tales, serían vigiladas por muchos pares de ojos al acecho de su desenvolvimiento; seguir mirando con la misma ilusión al novio «que ya te tenía segura» que al joven