como contenido moral de la guerra, ocupase el techo, el estrato máximo, supremo, el éter exterior de todos los órdenes de relación posibles, repugnando hasta la idea de que cupiese alguna instancia humana que, rebasando y subsumiendo todoantagonismo,permitieseadosgeneralesenemigosguardarsecortesías. Si ni aun la humanidad más indeterminada y más genérica, la humanidad en su sentido más universal, sobresalía por encima de la causa y de su antagonismo, ello no podía decir sino que la causa misma concernía a los