reo, sentí la necesidad de alzar los ojos del libro. »Allí estabas tú, sentada a la misma mesa, frente a mí. Hojeabas un volumen de amplias y amarillentas páginas y, de vez en cuando, tomabas notas en uncuaderno,tambiénmuyamplio.Peroobservéque tú leías y escribías otro lenguaje. Lo que tenías entre tus manos era un libro de Música, un volumen de piezas polifónicas --¡cuántas coincidencias!-- del Renacimiento: Les