quedó quieto detrás de una de las columnas de la galería, observandolo todo atentamente. De repente cesó la música y Betina emprendió una afectuosa conversación con uno de los muchachos que la acompañaban, aquél que durante la danza común la había sostenido porunadesusmanos.Janoobservóconavidez el rostro de Betina, sus cabellos rubios, los gestos de sus manos y aquella entrega, amistosa a todas luces, a su acompañante. Sólo entonces comprendió la dimensión de