. Tuvo miedo, un miedo glacial y constante. En la confusión de su mente y el enturbiamiento de sus emociones le sorprendió una interrogación fría, casi ajena: qué hubiera sucedido en el caso de haber aflojado las manos a tiempo, qué habría hecho ella. Laoscuramadrugadacubríalospasosciegos del hombre a través de las calles desiertas; no sabiendo a dónde ir estuvo dando vueltas por las aceras de un barrio que halló en su huida y en cuyo trazado