brazos a la altura del codo. La increíble combinación de rasgos infantiles y adultos sorprende y encanta: nuestro mirón imagina la delicada terneza de sus tesoros, sin poder apartar la vista de ella. En un sillón lleno de chucherías y adornos, la chiquitarubia,enfurruñada,leobservaconexpresión huraña sujetando entre las manos un caballo de cartón, como si temiera que, no contento con escudriñarla con sus ojos de sátiro, fuera además ladrón de juguetes y se dispusiera