, y aquí vivía, en una casa de puertas abiertas con varios cuartos de alquiler y un enorme patio de baile con calabazos de luz comprados en los bazares chinos de Paramaribo. Fue ella quien arrasó con la virginidad de mi generación. Nos enseñó mucho más de lo que debíamos aprender,peronosenseñósobretodoque ningún lugar de la vida es más triste que una cama vacía. Santiago Nasar perdió el sentido desde que la vio por primera vez. Yo lo previne: Halcón que se