árabes desarmados y Plácida Linero pensó que había pasado el peligro. Luego salió al balcón del dormitorio, y vio a Santiago Nasar frente a la puerta, bocabajo en el polvo, tratando de levantarse de su propia sangre. Se incorporó de medio lado, y se echó a andarenunestadodealucinación,sosteniendocon las manos las vísceras colgantes. Caminó más de cien metros para darle la vuelta completa a la casa y entrar por la puerta de la cocina.