aguanto. -Nada le perjudica ya -replica el hombre, apenado-. Nada puede hacerle más daño que la Rusca, como él dice. -Por eso lo tolero... Y lo más penoso, Renato, nopiensesquenolosé,loquemásmecuestaes que maleduque al niño... Sí, no me interrumpas: eso de meterse todas las noches en su cuarto, impidiendo que se acostumbre a dormir solo... No lo niegues;