bien esa respiración viril y ese movimiento de labios que ha enardecido su pezón. Lentamente su mano libre desciende acariciando el torso y el vientre de Renato, que responde al deseo de Andrea como si su carne quisiera librarse así de la sombra de la muerte. ABrunettinolecuestatrabajodormirse.Elviejo le ofrece en sus brazos la mejor cuna y el niño se acomoda en ella, pero de pronto exclama «¡no! » --es su último descubrimiento-- y busca otra postura. De