Le da la impresión de que el niño ha crecido sólo con oír esas palabras. «Pensé en marcharme, te lo reconozco, pero ahora me quedo. Ya no me importa volver allá metido en una caja; ya no está el cabrón para verlo... Nomecuestatrabajoquedarme,túeresmiRoccasera. Y mis huesos y la sangre de mi corazón... Todo lo eres, cordero mío, y el viejo Bruno es tuyo. ¿Dónde iba yo a ir? Ahora, ¡ni la Rusca me separa de ti,