con violencia y le empujó, le gritó fuera de aquí, ladrón, degenerado, asesino. Siguió maltratandole y amenazándole con avisar a la policía después de que el hombre, acobardado, comenzara a decir con voz suplicante que había venido a pedir perdón. Cuandolasirvientaregresóaldormitorio,elhombrecillo quedó ovillado en un rincón de la antesala, llorando con la cara entre las manos. Miguel le observaba desde lejos, sin moverse. Ojalá se tratara