. La enfermera le había peinado y afeitado bien, pero no le había cortado unos pelos largos y feos que salían de su nariz. Le habló al oído, le pidió que le contara más cosas de Federico, qué era lo que había dicho antes de morir. Carloslesobservóunmomento,peropronto volvió la vista hacia el televisor y quizá no alcanzó a ver el giro levísimo de su cabeza (¡sí, abuelo, mirame!) ni ese suave y pausado entornar de párpados.