como nunca antes había nevado y en la radio dijeron que una ballena blanca había ido a morir a una playa andaluza. En un día como aquél, nada podía tener de extraño el que Miguel encontrara un loro dormitando en un viejo perchero de la Zona Deshabitada. Elniñoloobservóatónitomientraslaluzentraba mortecina por los escuetos resquicios de puertas y ventanas. No podía comprender cómo había llegado allí. El loro descansaba con la cabeza doblada sobre el tórax, levemente