, «¿que lo rejuvenezca a usted también?» Saltó de la cama, se miró en el espejo. Estaba igual a siempre, con esos manojos de pelo muerto, los ojos tristes, la palidez, la expresión estúpida y ansiosa. Auge temporario Viviana,quesemudóaldepartamentodeOlinden, seguía de secretaria del médico, pero ya no trabajaba en la clínica. La reemplazaban dos enfermeras, una diurna y otra nocturna. Eso sí, porque Sepúlveda la