María...», ella había sonreído y parecía contenta de verlo. Eso fue la primera impresión, porque en seguida Julián comprendió que era tan sólo la complacencia profesional con que los príncipes reciben los homenajes de sus sometidos. Luego había mirado el cuadro, buscando la firma paraobservarloenlaposicióncorrecta,yhabíadicho «Magnífico», mientras él explicaba que el pintor, en Ibiza, era considerado, dentro de los ambientes artísticos, como uno de los más originales, y ahora precisamente