sus ojos reflejaban un destello áureo. --Creo que voy a bañarme --dijo Genoveva. Y se acercó al borde blanqueado del agua. Cuando se quitó la túnica sacandola por la cabeza con un rápido movimiento de los brazos y la dejó tirada sobre la hamaca, Juliánobservóquetodaellaeradorada,lapiel visible y el bañador que en parte la cubría. El sol del mediodía golpeaba con fuerza, pero el aire de octubre se filtraba casi líquido entre las ramas de los