o de agitado despertar. Era difícil calcular las horas que habían pasado desde el momento en que los dos se quedaron solos. El silencio, sólo turbado por los ladridos esporádicos del perro en el jardín, y la pasividad de Genoveva los transportaban nocheadelante.Yanisiquieradeseabamarcharse, abandonar a la mujer lejana e irritante; también él resbalaba en la plana lasitud de un tiempo sin fronteras. Era como estar tumbado en una pradera, contemplando un cielo gris