Texto contextualizado: |
tú los ojos! » Zambrini se encuentra unos días en Milán para asuntos del partido y, gracias a Dallanotte, ha podido concertar con el viejo un almuerzo en una trattoria de las que gustan al senador, siempre enemigo de los grandes hoteles donde ahora inevitablemente le alojan. Les acompaña Ambrosio, que llegó con su verde ramita en la boca, y los tres antiguos partisanos recuerdan los buenos tiempos paladeando el café de la sobremesa. Evocan trances difíciles, y también golpes de |
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