parecía satisfecho de su eficacia. --No tardarán en caer en el garlito --manifestó. Y dirigiendose al chino que lo miraba embelesado--: Me han dado un trompazo de muerte; traeme algo para el dolor de cabeza y di que nos vayan sirviendo la cena. Regresamosalreservadoelcomisario,laEmiliay yo, y a los pocos instantes apareció el chino solícito con dos píldoras, un frasquito de linimento Sloan y un paño de cocina. Mientras el comisario se tragaba