y otras provocaciones similares, y no volviera a salir más, con serio menoscabo del hilo argumental, pues era el protagonista. Yo, absorto en mis quehaceres, no reparé en el incidente ni tampoco en que mi esposa, pretextando una necesidad inaplazable, abandonaba suasientoynoregresaba.Cuandoeltelónhubocaído, la sala se hubo vaciado y despuntaba el alba tras los alcores, empecé a temer que algo le hubiera pasado a mi Clotildita. Volví a casa y la hallé desierta,