, de palabras rusas; inventabas el idioma, lo torcías a tu antojo y rompías la barrera; tus ideas iban más allá de las limitaciones del lenguaje; eras tan claro que nos dejabas a todos sorprendidos, sobre todo a mí, que día tras días, tomaba clasesparaaprendertuidiomayrepetíalagramática con una puntualidad escolar sin aventurarme jamás. ¡Cómo recuerdo los ojos de nuestros amigos fijos en ti! Los de Marievna también, prodigiosamente atentos y por