a quienes se les había pasado o se les estaba pasando «la edad de casarse», los adultos hablaban con una mezcla de piedad y desdén. Incluso se las condenaba de antemano, como si algunas hubieran nacido ya marcadas por aquel estigma. «Esa se queda paravestirsantos.Ysino,altiempo.Lollevaescritoenla cara.» Generalmente, más que a una descarada fealdad, se aludía a un gesto, a una actitud. La que «iba para solterona» solía ser detectada por cierta intemperancia de carácter, por su intransigencia