. El viejo se sienta a sus pies y reanuda su canturreo, como medio siglo atrás junto a sus corderos. Tonada melancólica, porque le sigue pesando su fracaso ante el botoncito. «De modo que si estuviéramos los dos solos», cavila, «¿me sería imposible vestirleparaquenoseresfriara?No.Noiba a envolverle en la manta; no es modo para un niño». El viejo, absorto en sus pensamientos, no percibe la llegada de Andrea, a la que Anunziata recibe