paganos de carteras rebosantes de dinero de plástico. El mismo país que, ancestralmente temeroso de dejar huellas en los papeles, miente hasta en las encuestas anónimas y jura en espectaculares porcentajes no interesarse por el dinero, contar entre sus aficiones favoritas la lectura y -siempreseleescapaalgoaunoo no se tiene conciencia de una reacción reprobatoria en tal caso- estar satisfechos del entorno urbano de cada día. Confiésense qué seríamos capaces de volver a cometer si