no me atreví a hacer pregunta alguna. Tenía miedo a confirmarlo. Sentí entonces una profunda lástima por ti. Si yo lo hubiera sabido antes... Pero a una niña no se le hacen confidencias. ¡Cuánto silencio tuviste que imponerte para olvidarle! Ahora tenía una nueva pieza para encajar en el rompecabezas de tu imagen: habías sido un cobarde. Pero pensé al mismo tiempo que tu sufrimiento, incluso tu muerte, te redimían de ello. Además, ¿