le me habían disparado. ¡Me hizo una ilusión! Me sentí importante, como si fuera Reagan o el Papa... Me atraparon, me sujetaron entre dos, otro me apoyó cariñosamente el cañón de un revólver en la nuca y me invitaron amablemente a empujones a ir hacia un pabellón. Y yo fui, ¿saben? ¿Para qué discutir? No quise crearles problemas... (Caminando con cierta rigidez, como si efectivamente le llevaran sujeto por los brazos, hace