lo Yo ya sabía coger el péndulo perfectamente. Te había visto practicar con él tantas veces... Cuando lo tuve en mi mano, sujetando su cadena entre el índice y el pulgar, su quietud me desanimó. Temí que conmigo no se moviera nunca. "Ahora --me decías en un susurro-- voy a esconder la manecilla de este reloj. Tú no busques nada. No te muevas hasta que el péndulo te señale una dirección. Sobre todo, no pienses nada.