y en atribuciones- se ha puesto en manos de las fuerzas de seguridad como para que puedan dejar de ser objeto de la más constante y escrupulosa atención del público; tanto más hoy día, cuando el principio de eficacia se ve enfrentado a circunstancias de la vida pública -el anonimato propio de las grandes inurbaciones, la impunidad que facilitan medios técnicos como el del automovilismo- que pueden incoar la tentación de modos cada vez más expeditivos. Ya en El Imparcial del 8 de