interpretación muy semejante se ha dado alguna vez del mecanismo que movía a los nazis a conseguir en las víctimas de los campos de concentración aquella uniforme imagen de auténticos espectros del infierno, tan curiosamente parecida a la de las muchedumbres arrastradas y enfrentadas al horror postrero en cierta pintura escatológica, predominantemente alemana, del siglo XVI, como El triunfo de la muerte, de Brueghel el Viejo. Si tal actitud o acción habilitada y anticipada como instrumento idóneo para imponerse a sí mismos una