RAMON.- Me ocuparé de que lo reparen. Tú no tendrás que molestarte por nada. EDUARDO.- No. Quiero que siga así hasta que yo muera. Es justo que la casa envejezca conmigo. Me tranquiliza ver que va a mi paso, aunque sus muros sean más solidos que mis arterias y sus cimientos más firmes que mis huesos. No os será difícil restaurarla... o derribarla para parcelar el terreno y construir una urbanización. RAMON.-