EDUARDO.- Los viejos podemos dormir algo, pero nunca descansamos. Nos levantamos enmohecidos y nos cuesta engrasar los goznes. Si alguna vez no nos duele algo, nos asustamos porque creemos que estamos muertos. (Ramón se ha aproximado a él con la intención de ayudarle a llegar al sillón, pero Eduardo le rechaza.) ¡Deja! ¿Crees que no puedo llegar al sillón? ERNESTO.- ¿Cómo no vas a llegar? Yo estaré aquí para frenar