y aceptó mensualmente sin rechistar mis cheques y los de Erni. Se aficionó a practicar «lecciones de lengua francesa» con las prostitutas asiáticas del Soho y se esforzó en demostrar que el Universo era un organismo inteligente puesto que nos había creado para explicarse a sí mismo. Un día, a los cincuenta y cinco años, se aburrió, dejó al gato en la escalera y giró la llave del gas... Dorothy ha engordado, se volvió a casar, tiene otro hijo