herederos, se hallen donde se hallen. Los del Príncipe de Viana y los de la Beltraneja tenían razón. Nosotros no somos los legítimos dueños de la casa. Nuestro único mérito fue nuestro mayor pecado: conseguir que hasta Dios se equivocara. Dios, a veces, también escribe torcido con renglones torcidos: tuvimos que llevarle la mano. Pero, antes de acusarnos, pensad qué habría sido de esta casa sin nosotros.» BEGOÑA.- Lo que va a