envolverlo.» Y cuando vio el pito del niño le regaló cien mantones metidos en cien cajas que daba gusto verlas. Los otros noventa y nueve tomaron el camino del calvario: se los llevó la trampa. ¿Dónde andarán ahora? ¡Ay! CARMIÑA.- A mí éste me lo trajo de Cuba un marinero, que es almirante y es embajador, y cada mañana desde La Habana me manda un barco con una flor. ¡Ay! MONTSERRAT.