fuerte tentación de darle crédito. Beltranejo fui siempre, beltranejo sigo y beltranejo moriré porque Doña Isabel y Don Fernando empezaron a labrar la destrucción de España, que habría de consumar su nieto a golpes de quijada; pero eso no quita para que sepa reconocer la calidad de mi enemiga. Como es archisabido, a la muerte de Don Enrique IV de Castilla nuestros príncipes llevaban ya casados poco más de cinco años y tenían ya una hija primogénita, y habiendo residido todo ese