sela el poder de disuasión, el secreto designio de mantener a los rusos obligados a distraer cada vez más recursos económicos en el presupuesto militar, para que no pudiendo levantar cabeza en otras más benéficas y populares ramas de la economía, acabe produciendose la explosiva situación de miseria y descontento social que -aun a costa de un número de víctimas que al presidente Reagan le importa poco siquiera imaginar- acabe con el régimen político que aún pone límite a la hegemonía universal de