verdaderamente sacramental, de la sangre releva al sujeto del esfuerzo de mantenerse en lo irreal de la idea, cosificando su relación con la Causa y permitiendole delegar en las fuerzas exteriores así constituidas. De esta manera la acción terrorista produce en sus autores una forma de convicción equivalente a la de los juramentados. Resolución y certidumbre quedan en ellos realmente blindadas contra cualquier vacilación, mediante extirpación sangrienta del propio órgano capaz de suscitarla. Al parecer, sólo cuando sus nombres se