iniquidad. El fariseo es enemigo de la ambigüedad moral de la persona, propia de la noción cristiana de pecador, y se arrima más bien a las concepciones calvinistas. A pesar de eso, contradictoriamente, tampoco admite paliativo alguno que medie el albedrío y atenúe la plena inculpación. Así, no quiere ni oír hablar de circunstancias sociales con respecto a la culpabilidad del delincuente público, lo que, al fin, no deja de ser, por otra parte, congruente con la