lolo bien y el mal podían llegar a cuajarse históricamente en una distribución territorial concreta, encarnar carismáticamente en entidades estatales, tomar cuerpo sensible y operante en dos ejércitos desplegados frente a frente, y a tenor de esta demente y delirante fe preferían, antes que verse señalados con la terrible tacha de "estarle haciendo el juego al imperialismo capitalista" (expresión que hoy, por fortuna, ya no suele sonar más que en boca de algún zombi, o momia