, contendían con la realidad. Todo era y sucedía como en la vida terrestre: el mal, la armonía y los actos humanos se alternaban en concéntricos e interminables círculos. Pero Jano, soñando, no se hizo más preguntas. Prefirió sumergirse en la música-lumbre del maravilloso jardín. Dormido, en la noche, sin verdadera conciencia de la realidad, él también se sentía girar en armonía con el Todo.