puso a trabajar otra vez en el extenso poema que a lo largo de los últimos meses (y especialmente en los días de Monteoscuro) no podía releer sin sentir náuseas o dolor. Mucho tenía que ver la atmósfera que le había rodeado a lo largo de los últimos años --los años de Milán, el año de Monteoscuro-- con aquellos versos en los que el Arte, el deseo y la enfermedad se debatían obsesivamente. El tiempo más frío inclinó a todo el grupo