estaba ya en germen el futuro: la democracia política, el capitalismo y el desarrollo social y económico. La Revolución de Independencia de los Estados Unidos no fue una ruptura con un pasado; la separación de Inglaterra no se hizo para cambiar los principios originales por otros sino para realizarlos más plenamente. En México ocurrió lo contrario. A fines del siglo XVIII las clases dirigentes mexicanas --sobre todo los intelectuales-- descubrieron que los principios que habían fundado a su sociedad la condenaban