la noche que llegamos; pero todavía hiciste un último esfuerzo para aferrarte a tus cosas --¿a tus cosas?--, a tu mundo. También habían cortado la luz eléctrica. Era una forma más de presionarnos, de invitarnos a que nos fuéramos. Sin decir una palabra le cogiste a Lucía de las manos el candelabro y empezaste a recorrer con tus ojos habitación tras habitación, muro tras muro, objeto tras objeto. Creo que aquél fue el último