el placer del vuelo de la pareja, su tendencia a perderse o «embalarse» (verbo que se usaba mucho) por regiones innovadoras y peligrosamente alejadas de la rutina. Se trataba de cortar alas. Esas parejas que se aíslan de todo para cantarse endechas apasionadísi un día, al siguiente pueden llegar al trance matrimonial con un embalamiento maravilloso, pero sin saber nada uno de otro en todas las facetas de lo normal, de lo rutinario, de lo forzoso ...