«rosa» daba mucho dinero a sus cultivadores, pero decía también: Las niñas se ruborizan e indignan si se las califica de «chiquillas de novela rosa», y no conozco a ningún escritor de primera ni última fila que admita por las buenas que pueda ser productor de engendros de semejante tipo... En España -reflexionaba luego con bastante acierto-- no existe apenas una novela intermedia, ligera e interesante. De la copia rosa pasamos a copias con caracteres rudos y difíciles